sábado, 30 de octubre de 2010

Nuestro potencial

Una de las grandes enseñanzas del Hombre de Galilea, el Señor Jesucristo, fue que todos nosotros llevamos dentro
inmensas posibilidades. Al instarnos a ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto, Jesús no
nos sobrestimó ni tampoco pretendió reírse de nosotros.
Simplemente nos hizo saber una poderosa verdad tocante a nuestras posibilidades y a nuestro potencial. Se trata de
una verdad tal vez demasiado impactante como para tan siquiera considerar. Jesús, quien no podía mentir, buscó la
forma de ampliar nuestro panorama de posibilidades en nuestro camino hacia la perfección.
Nosotros no somos perfectos como lo fue Jesús, pero a menos que aquellos que nos rodean puedan percibir nuestros
esfuerzos y nuestro progreso, jamás estarán en condiciones de encontrar en nosotros el ejemplo y nos verán como
personas carentes de seriedad en todo lo que debemos hacer.
El ser humano tiene más posibilidades de hacer el bien y de ser bueno que las que en realidad utiliza. Estas oportunidades
nos rodean por todas partes. A pesar de lo amplio que sea en estos momentos nuestro círculo de influencia, si
mejoráramos nuestra actuación apenas un poco, ese círculo se ampliaría e incluiría en él a quienes en estos momentos
todavía están afuera. Muchas son las personas que aguardan que les extendamos una mano y les amemos, lo cual
podremos lograr si tenemos en ellas el interés que nos haga mejorar nuestra actuación.
Debemos recordar que esos seres mortales con quienes nos encontramos en la calle, en las oficinas, en los ascensores
y en otros lugares son también parte de la humanidad que Dios nos ha dado para que amáramos y sirviéramos.
Poco nos beneficiaría hablar de esa hermandad de la humanidad, si no podemos aceptar a todos los que nos rodean
como nuestros hermanos y hermanas. Si nuestra muestra de humanismo nos resulta poco llamativa o muy pequeña,
debemos recordar la parábola que nos dio el Señor en la nos recuerda
que la grandeza no siempre está relacionada con el tamaño de una
cosa, sino que con la calidad con que ésta se hace. Si empleamos bien
nuestros talentos y las oportunidades que nos rodean, no pasará inadvertido
para Dios. Y a aquellos que obran bien con las oportunidades
que se les dan, les serán ofrecidas aún más.
Las escrituras están repletas de ejemplos de líderes quienes, contrariamente
a Jesús, no eran perfectos, pero sí fueron sumamente eficaces.
Estos ejemplos podrían ayudarnos enormemente si los leyéramos
a menudo. Hay veces que olvidamos que las Escrituras nos ofrecen
siglos de experiencia en liderazgo, y lo que resulta más importante, nos
brindan los principios inalterables sobre los cuales de operar el liderazgo
real a fin de que surta un efecto positivo. Dichas escrituras son el
manual de instrucciones para el futuro líder.

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